La Leónidas N°1: Contra la metáfora; crítica a Radio Chaplin de Teny Alós (Gastón Moyano)



Prohibido verter opiniones que dañen la constitución física del libro (Mendoza, espantosa edición, 1991). A partir de esta advertencia se escribe la crítica.

Al leer la advertencia citada arriba brilló en mis ojos un perverso júbilo. Ahora, impaciente lector, digo el por qué:

Inofensivo/a. Esta palabra define exactamente el espíritu de este libro, tal palabra extraída del poema “esvástica expresionista (de la Noche)” .Ya el titulo tiene una forma forzada y con la palabra inofensivo/a que ronda dentro, se da a la pauta de qué es el libro y cuál será su contenido.
Me refiero a inofensivo, no en términos hostiles pero si con ánimos de criticón. Al leer el libro del señor Alós, lo que abunda en esos versos es el acento meloso de lo metafórico. ¿Y si me tragara un frasco de dulce de leche entero sentiría la misma sensación de endulzamiento que sentí al leer Radio Chaplin? Este escritor ha leído con ardor al bueno de Cortázar, a la loca de la Pizarnik y, como si se transformara en una especie de clown rimbombante, como se señala en el poema “Sollozo de clown” en “Catamarán”, un clown metafórico. Y es la metáfora lo que rellena los libelos que componen Radio Chaplin. Metáfora sostenida, explotada y sostenida. Dicha superabundancia metafórica en forma de imágenes es lo que le da el toque dulzón a estos versos. El ritmo y la sonoridad están olvidados. Los libelos necesitan ecuanimidad y ritmo. Imágenes logradas con nitidez del sueño o pesadilla o mundo onírico, como en “importancia del calendario”, no alcanzan el delirio, no se sostienen, no convierten el lenguaje en un reverso de lo establecido. En estos poemas no se montan caballos ni perros, se limita a posar sus asentaderas entre palabrillas, juegos con el lenguaje ¿Por qué no buscar un desgarro en el lenguaje a través del pellejo? Hay muy poco o casi ninguna decadencia. Decadencia y desintegración se van calando por medio del estilo. “La letra por la sangre entra” dice un manco célebre.

El libro Radio Chaplin rebosa de buena salud, no es un libro enfermo, no basta el estado melancólico de suspiros y ruegos por la noche, por la muerte. Se puede escribir enfermo y humillado también. En “Sin ganzúa”, del libelo “Catamarán” dice: “Que te quiero . / Y que te quiero más / de un entre abrir / de cerraduras”. ¿Es necesario hacer público, vox populi, estos versos, estos ocios trémulos de fijar sus largas tardes de escritura? Las recalcitrantes imágenes buscar un fin en la emulación y no en la agresión. Y para mi gusto, la agresión es lo que hace a un poema. A-g-r-e-d-i-r ¿Conoce al flaco y ennegrecido Villon? En “rastro de una poeta”, del libelo “Pizarnik”, me encuentro con el verso: “ahorcando con furia en una pesadilla”… A mí entender es una síntesis de imágenes que cautivan porque tiene cierta vibración sonora, y por medio de un leve embadurnamiento de plasticidad. Suena una voz… variable y perceptible.

Otros poemas, por ejemplo “El final de la mirada” de “Peltre” están sobrecargados y recargados de imágenes obtusas y empalagantes. No se cierran en sí mismas dando vértigo, no, se repiten: “El olvido. / Tanta palabra, / tanto gesto, / tanta admiración. / Apoteosis sublimada / de la noche / acabada. / Y tanta guitarra desafinada”. Un tren dibuja una larga nube. Estos versos del final de la estrofa, sumados al tanto y al tanta, lejos de causar un efecto de sonoridad que gire, que disloque, que seduzca… pueden aburrir.

Cerrando los ojos de papel”, este título da el tinte de una lectura de 80 o 100 años atrás, en el momento de las vanguardias y sus luchas inútiles. No hoy, cuando la poesía ha quedado desmantelada de todo misticismo, de su locura, atrocidad y engaño ¿Es admisible que se repita por la eternidad la imagen metafórica labrada por surrealistas, Dada, expresionistas, simbolistas, etc.?

Las lecturas de los libelos que conforman el libro de Alós han perjudicado mi salud. Durante los viajes en colectivo Godoy Cruz-Capital he llegado al límite de mis fuerzas cerebrales, pensando en el por qué de los poemas de Teny Alós y no he llegado a nada. Lo único que me fue posible, mientras leía, fueron tristes desvaríos conmigo mismo.

A fuerza de escritura salieron estas palabrillas en honor a Radio Chaplin. Aunque su “Último hexámetro” me ha dado ciertos placeres efímeros, pero valioso s como todos los placeres.

En su “Gatomistas” se me hace una ridícula situación: “la policía hace infructuosos esfuerzos”… Es la ineptitud en prosa: “mutarme con todos los laberintos a considerar…”, “burlarse de nuestro común corazón de rana”… Ambas frases llaman a la adolescencia despechada y no al estilo. Según Nabokov en Ada o el ardor, Van Veen reflexiona sobre el escritor y deduce, no sin pánico, que lo único auténtico es el estilo, lo demás son puros embustes. Para Proust, el escritor es un correlativo a los dioses, ya que puede crear mundo, universos y perderse en la infinidad de los gestos rasgos y muecas de la gente de este mundo… Contrariamente a lo dicho por Proust, en Radio Chaplin hay un leve reflejo de los universos, los mundos, pero no concluye en un estilo. Los poemas están en un rígido caparazón de repetición estéril, insonora de imágenes hiladas hasta reventar de dulzura. No posee descaro verbal ni musicalidad. El mejunje metafórico del libro me ha mareado por ser exactamente lo mismo página tras página. ¿Es posible continuar con la metáfora después que generaciones enteras de poetas la han usado? ¿Es necesaria? Radio Chaplin abusa de ella.

Retomo la palabra inofensivo/a… Suena a buena intención, sólo que los mal intencionados pueden escribir, dice Pechorin en su diario de viaje, en Un héroe de nuestro tiempo, de Lermontov. Leyendo Radio Chaplin uno se da cuenta, desde el prólogo, de la buena intención del libro: Afila el lápiz. Escribe la palabra final del último poema del libro. Ahí acaba la oración y se evidencia el rebuscamiento forzado hasta el hartazgo.

No es... París... lo que se recorre en estos versos. Salvando al “sepulturero distraído”, el que bien podría haber tenido el título de “sepulturero”, suena a monólogo de un cavador de fosas. Pero al llegar al verso “de un zarpazo…” lo siguiente es la misma cadencia reiterada.