La Leónidas Nº 2: La derecha borgeana o la puerilización de Pierre Menard (Gastón Moyano)


Este artículo, aclaro, no es una crítica orientada a la obra borgeana que siempre me ha parecido monstruosa por su mágica variedad. Tampoco va dirigido contra algún grupete de derecha que aún levanta la obra de Borges como pabellón poético. ¡No! La gracia de esta lecturilla, queridísimos botelleros, amadísimos cuchilleros, amabilísimos delincuentes, porque es a ustedes a quienes consagro los frutos finales de esta cosecha1, no es otra que la de desmenuzar Los falsificadores de Borges de Jaime Correas, conocido paladín del periodismo local crudo y aburrido...

La gracia de esta lecturilla, decía, mis excelcísimos borrachines, etc., es ¡la desnudez! ¡Sí!... La limpia, clara y desagradable desnudez... Desnudez que en el caso de un ser humano está compuesta por pelos, grasitud, piel, pellejos, granos, impurezas y demás imperfecciones que hacen a toda desnudez humana… Los proyectos y las obras del ser humano muestran, al desnudarlos, también las mismas imperfecciones… Pueden llegar a ser tan feas como el peor de los cuerpos palpitantes… En las obras literarias de las desamparadas criaturas no habrá pelos, pero sí palabras superfluas, altisonantes, solemnes y ridículas… Vamos a desnudar esta novelilla que, en su intento de legitimizarse como una parte del tejido ficcional del genial Georgy, acaba por puerilizarlo.2

Esta novelita se conecta con Las traiciones de la memoria de Héctor Abad Faciolince, donde un muchachote colombiano trata de determinar la autenticidad de unos sonetos inéditos de Borges hallados en el bolsillo del cadáver paterno… Héctor Abad padre era un médico de la ONU, próspero y bien alimentado, enemigo declarado del desorden político y la guerrilla… ¡Y hay que ver cómo los paramilitares colombianos a tiros de pistola tiñen de sangre la impecable y blanca camisuli del bueno del doctor!...

Finalmente, el hijo escribe un libro afirmando la autenticidad de dichos sonetos. Tal afirmación lo hace entrar en controversia con un gordo y lujurioso escritor llamado Harold Alvarado Tenorio. Luego, Abad Faciolince se comunica con Correas vía teléfono… Así entra en escena nuestro paladín quien, por cierto,  hace de ilota del primer amador de Borges (el ya aludido Abad Faciolince).

Desde ese momento, los sonetos borgeanos se enturbian perdiéndose en un ir y venir exasperante.3 Todo esto intercalado con una hermosa exhibición varonil de anécdotas igualmente varoniles y poéticas… Como aquella que narra las andanzas de unos muchachotes mendocinos en un Congreso de Literatura en San Juan… donde logran escandalizar a los académicos que, a su vez, tenían que honrar con otro doctorado al fallecido en Ginebra… Esos letrados por la universidad local… esos poetas universitarios viajando frenéticos a San Juan... ¡poetizando en el medio del camino dentro de una destartalada camioneta que, obviamente, conducía Correas!...

El argumento de la novela se agota en un adormecedor viaje través de Internet... Surgen una serie de personajes anónimos de las entrañas de Mendoza: un librero gordo, evanescente y judío, don Coco con sus verduleros “amistosos” instalados en la entrada de su casa, familias ricas y oli(garcas) de la más alta alcurnia mendocina… Personajes compuestos con los colores más burdos que podrían imaginarse… Además de lugares como un laberinto construido en San Rafael y en donde presumiblemente se encuentra la verdad oculta de los sonetos del autor de El aleph… Y ciudades de nombres célebres y rimbombantes como París, Bogotá, Buenos Aires, Medellín… ¡Sin olvidarse de la omnipresente New York!

La novela de Jaime Correas es una perezosa carrera narrativa que nada tiene que ver con la carrera de Aquiles y la tortuga… ¿Hay espacio, se preguntará el lector de este artículo, para la introspección filosófica planteada por aquel discípulo de Schopenhauer en esa prosa derechista tan mal disimulada?...

¡¡No!!...

He tratado de pintar con alegres y beatíficos colores aunque con torpe pincel, para regocijo de ustedes mis amadísimos botelleros, mis queridísimos cuchilleros, mis graciosísimos borrachines… Arrojo el guante de seda contra todos los cachetes literarios… ¿Quién lo recogerá?...



1 borgeana
2 Esta trama escrita de forma impecable (?) suena más a jugarreta editorial destinada a elevar ventas o promocionar no se sabe bien qué.
3 Por ejemplo, en la primera parte los alegres jovenzuelos llegan bajo el ala de Juarroz al encuentro académico sanjuanino. Correas propone a sus condiscípulos publicar poemas anónimos: “fue entonces antes de volver de las agitadas sesiones del encuentro académico cuando les propuse a los demás, lo recuerdo con precisión aunque otros detalles se han borrado, publicar nuestros poemas sin firma, en forma anónima. Nosotros mismos pugnábamos un interés puro por la poesía […]. Sentíamos desazón al comprobar el peso asfixiante de la crítica literaria en la universidad sobre la propia creación literaria. Esa primera chispa encendió el fuego de la polémica y Juarroz contó en la principal mesa redonda del congreso su experiencia con un grupo de alumnos atribulados por sus cuitas estudiantiles. Ésos éramos nosotros, que revolvíamos orgullosos en nuestras butacas del teatro Sarmiento escuchándolo. Relató nuestro malestar […] Hubo tumultos, gritos y hasta acusaciones radiales de que un grupo izquierdista había intentado copar el congreso, en una insólita cadena de disparates mediáticos.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario